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MICRORELATOS


EL SUEÑO

Un niño quería volar y no sabía cómo hacerlo. Al pasar por una montaña, un monje le dijó que, si caminaba a su lado, él lograría volar y después de pensarlo, él aceptó. A pesar de no estar muy convencido, le acompaño por muchos años, pues su anhelo lo animaba.
Un día llegaron a un pueblo y se toparon con un anciano que fabricaba alas. El joven lo miró y se asombró. Lo que el hombre hacía era un arte un poco arcaico y no valorado, pero eso no fue un impedimento para que el chico abandonase al monje. Una vez más, él luchaba por hacer su sueño realidad. Muchos intentos por volar, una variedad de alas él creó, pero ninguna lo llevó a ningún lado.
En la orilla del lago, las aves volaban y pintaban su reflejo en el agua. El hombre se sintió derrotado y entendió que era sólo un ser humano y que no estaba diseñado para volar. Su sueño era una tontería. Una vida normal se convirtió en su nueva meta.
Otro día una niña jugaba en un parque y gritaba que un día sería como un pez. El anciano amargado la regañó y le sugirió olvidar semejante estupidez, su sueño no se cumpliría. La niña no le hizo caso y siguió jugando y gritando su consigna.
    ¿Por qué deseas ese sueño tan ridículo? ¿Para qué anhelas ser como un pez? – Le pregunta intrigado.
    Quiero descubrir las maravillas del mar y lucharé para lograrlo. – Le responde muy segura.
Él se quedó en silencio, admiró la pasión que sentía esa niña por su sueño. El tiempo le enseñó, que nunca se hizo la pregunta correcta: ¿Para qué anhelabas volar?

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